COBERTURA INFORMATIVA SOBRE PANDEMIAS (LX): MODELOS DE CONVIVENCIA CON LA COVID-19 (49) Publicado en Dominical Diario de Ferrol, Nordesía, 04/07/2021
Carlos Piñeiro Diaz,
médico de familia. Magister en Salud Pública. Divulgador científico
La sociedad ha aprendido a convivir con la
COVID-19, tras haber pasado un período de confinamiento y haber adoptado
medidas como el uso de las mascarillas, el distanciamiento físico y el lavado
de manos, pero no parece suficiente. Nuevos modelos de convivencia se han
convertido en reto, incluso limitándose derechos básicos con el objetivo social
de controlar la enfermedad. Sindemia, fin de curso de estudiantes y expansión
de variante delta.
Cuatro millones de personas
fallecidas por causa de la pandemia de la COVID-19 y casi 182 millones de casos
confirmados a nivel mundial, es un balance dramático que debería ser causa de
una profunda reflexión. El tiempo reafirma que estamos viviendo una auténtica
sindemia. La sindemia, término acuñado por el antropólogo médico estadounidense
Merril Singer, abarca interacciones biológicas y sociales para el pronóstico,
tratamiento y la política de la salud. Limitar el daño causado por el virus
SARS-CoV-2 exige una atención mayor de las enfermedades no transmisibles crónicas
y la desigualdad socioeconómica. La pobreza es el mayor determinante social de
enfermedad en los países más desfavorecidos y contribuye a aumentar la
inequidad de los grupos económicos más débiles. La pandemia de la COVID-19 ha
puesto de manifiesto la baja inmunidad social de muchos países como resultado
de políticas públicas inadecuadas en la situación previa a la epidemia global. La vacunación contra la COVID-19 en países en
vías de desarrollo es un desafío importante y se calcula que en el mundo han de
vacunarse más de cuatro mil millones de personas. Los líderes del G7 se han
comprometido a entregar el equivalente a mil millones de dosis para el próximo
año 2022, con el objetivo de inmunizar al 60% de la población mundial, así que
el virus seguirá circulando y mutando en muchos países comprometiendo la salud
e la población del planeta.
Desde hace unos meses los
organismos internacionales y entidades científicas han iniciado un debate sobre
las lecciones aprendidas durante la pandemia y los enfoques de futuro en los
sistemas de salud para evitar o prevenir otras grandes catástrofes de salud. La
salud humana y la sostenibilidad del sistema sanitario pueden verse gravemente
comprometidas por no atender los aspectos medioambientales ni los factores
determinantes de la salud en su sentido más amplio, destacándose la importancia
de la promoción de la salud en su concepto integral, donde la capacitación y
defensa individuales y comunitarias son vitales para responder de manera eficaz
a la COVID-19. Resulta necesario aumentar la resiliencia ( la capacidad de
adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación
adversos, según la RAE) individual y social a través del ejercicio al aire
libre, sin dejar de cumplir las recomendaciones necesarias de prevención, la
nutrición y los hábitos de alimentación saludables, la actividad física, la
hidratación, una exposición saludable al sol, la confianza en favorecer la
salud mental fomentando el contacto y la ayuda a otras personas en riesgo o
socialmente aisladas, una rutina equilibrada que incluya suficiente descanso y
sueño, la promoción de la capacitación en salud y una sociedad orientada a la
generación o creación de salud.
La crisis de la COVID-19 afecta no solo a
adultos de todas las edades, sino también a niños y a jóvenes. La continuidad
de la educación en sus diversas modalidades en los centros educativos y la
seguridad de los menores en estas situaciones resultan fundamentales. Resulta
llamativo el tratamiento mediático surgido en la celebración del fin de curso
de jóvenes que han acudido a las islas Baleares, siendo calificado como
“megabrote epidémico” y cuestionando la educación y comportamiento de los
afectados, así como la legalidad de las medidas de restricción adoptadas por el
gobierno balear, blindando el regreso de los estudiantes y donde las
Comunidades Autónomas serán las responsables de la vuelta a casa con todas las
garantías. Posiblemente no se ha conseguido gestionar adecuadamente el
aburrimiento, la sensación de encierro y la privación del contacto con los amigos,
la ansiedad y la depresión que ha generado el confinamiento en las personas
jóvenes. Todas estas situaciones exigen soluciones creativas que deben provenir
no solo de los padres, profesores, especialistas o políticos, sino también ser
propuestas por los propios menores. La situación actual de la pandemia afecta a
los jóvenes por su carencia de vacunación y a familiares no vacunados. La
sociedad parece sorprenderse por los brotes surgidos en un contexto social
donde se iniciaron medidas de relajación de las restricciones como el uso de la
mascarilla en los exteriores. Todavía no se cumplen los requisitos mínimos que
puedan garantizar la denominada vuelta a la normalidad. La progresión de la
variante Delta contra la que la vacunación parece seguir siendo eficaz, dado su
mayor contagio, pero requiere coberturas vacunales más amplias y completas,
donde las personas jóvenes pueden verse afectadas. Esta nueva mutación está en
el origen del repunte epidémico significativo en el Reino Unido, uno de los
países del mundo donde la población está más vacunada, con el 63,6% de las
primeras vacunas y el 46,4% de personas totalmente vacunadas. Se considera que
la variante delta es un 60% más contagiosa que la variante alfa (británica),
representando el 98% de las contaminaciones actuales. Se espera su incremento
en el resto de los países europeos. Las
personas no vacunadas pueden contribuir de manera desproporcionada a la
transmisión: una persona no vacunada tiene doce veces más probabilidades de
transmitir el SARS-CoV-2 que una persona vacunada. Cuídense
No hay comentarios:
Publicar un comentario