BEBIDAS AZUCARADAS
Y SALUD
Carlos Piñeiro
Diaz, médico centro de salud de Narón. Magister Salud Pública
Un elevado porcentaje
de la población valoraba positivamente los efectos de las bebidas azucaradas,
pero las evidencias científicas, durante la última década, ponen de manifiesto
los riesgos que conllevan los excesos de la ingesta de azúcares añadidos en
nuestra salud. El consumo de bebidas azucaradas va ligado a enfermedades
metabólicas y cardiovasculares, que empeora la salud de la población.
La Organización
Mundial de la Salud (OMS) recomienda una ingesta reducida de azúcares libres
durante toda la vida. En su informe del 2015 acerca del consumo de azúcares en
adultos y niños, define a los azúcares libres como los monosacáridos y los
disacáridos añadidos a los alimentos por los fabricantes, los cocineros o los
consumidores, así como los azúcares presentes de forma natural en la miel, los
jarabes, los jugos/zumos de fruta y los concentrados de jugo/zumo de fruta. Tanto
para los adultos como para los niños, el consumo de azúcares libres se debería
reducir a menos del 10% de la ingesta calórica total. Una reducción por debajo
del 5% de la ingesta calórica total produciría beneficios adicionales para la
salud. Esta proporción equivale a menos de un vaso de 250 ml de bebida
azucarada al día.
La ingesta de
azúcares libres debe reducirse, con el límite superior deseable inferior al 5% de
la ingesta de energía en niños y niñas y adolescentes, entre 2 y 18 años (15 a
28 gramos en niñas y 16 a 37 gramos en niños), según la edad. Las ingestas
deben ser aún más bajas, en niños menores. Según el Comité de Nutrición de la
Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica
(ESPGHAN.
La definición de
“azúcares libres” de la OMS, debe usarse en las recomendaciones dietéticas,
estudios, reglamentaciones y en el etiquetaje de alimentos. En Europa, este
término debería incluirse en las etiquetas de composición de alimentos,
expresadas en gramos y como porcentaje de ingesta dietética diaria. Los batidos
y los productos lácteos endulzados son una fuente importante de azúcares
libres, por lo que su ingesta debe ser limitada.
Los azúcares presentes de forma natural en
frutas intactas y la lactosa, presente naturalmente en la leche humana o animal,
o en otros preparados sin endulzar, no se consideran azúcares libres.
Un estudio
inquietante, publicado por el grupo del Dr. Stanhope y su equipo, de la
Universidad de California, demostró que bastan dos semanas de ingesta de
azúcares en cantidad elevada, para incrementar el riesgo de enfermedad
cardiovascular. El propio autor refería “lo que estos resultados demuestran es
que respondemos de manera muy sensible a la cantidad de azúcar añadida a las
bebidas. Es impactante, cuando ves los cambios ocurridos después de dos semanas
de consumir estas bebidas y piensas en niños que lo consumen a diario toda su
vida. Seguramente ningún padre, con este conocimiento, introduciría este riesgo
en la vida de sus hijos”.
Los adultos mayores
de 45 años que consumen grandes cantidades de bebidas azucaradas, incluidos
refrescos, bebidas de frutas y zumos de frutas, pueden tener mayor riesgo de
morir por enfermedades cardiacas u otras causas, en comparación con los que
consumen menos bebidas azucaradas, según una investigación preliminar
presentada en las Sesiones Científicas de Estilo de Vida y Salud
Cardiovascular/Epidemiología y Prevención 2018 de la Asociación Americana del Corazón.
Un estudio reciente de
investigadores franceses (resultados de la cohorte prospectiva NutriNet-Santé)
, reseña que un aumento de 100 ml por día en el consumo de bebidas azucaradas
se asoció a un incremento del 18% en el riesgo de cáncer en general y del 22%
en el riesgo de cáncer de mama. Cuando
el grupo de bebidas azucaradas se dividió en zumos de frutas y otras bebidas
azucaradas, el consumo de ambos tipos de bebidas se asoció a un mayor riesgo de
cáncer en general.
El consumo de bebidas azucaradas ha aumentado
en todo el mundo en las últimas décadas; Según la Carga Global de Enfermedad,
su "valor de exposición resumido" (teniendo en cuenta el grado de
exposición por nivel de riesgo y la gravedad de la contribución de ese riesgo a
la carga de enfermedad) aumentó en más del 40% de 1990 a 2016. El impacto de
las bebidas azucaradas en la salud cardiometabólica está bien
estudiado: están asociadas con un mayor riesgo de aumento de peso,
sobrepeso u obesidad; una mayor incidencia de diabetes tipo 2
(independientemente de la adiposidad); un mayor riesgo de
hipertensión; y con muerte cardiometabólica.
El Ministerio
de Sanidad, ha suscrito convenios con empresas alimentarias y de bebidas
para reducir, de media, un 10% de azúcar, grasas saturadas y sal en sus productos.
Los compromisos engloban a más de 4.000 alimentos y bebidas de 13 grupos
diferentes: bebidas refrescantes, bollería y pastelería, cereales de desayuno,
cremas, derivados cárnicos, galletas, helados, néctares de frutas, pan especial
envasado, platos preparados, productos lácteos y salsas. En azúcar añadido, destaca una reducción de un 18% en
mayonesas, 10% en productos lácteos como yogures y batidos, y 5% en cruasanes,
kétchup o pan de molde.
Existen
diversas tentativas para regular el exceso de consumo de bebidas azucaradas,
tales como aplicación de impuestos, regulaciones de la venta en el lugar de
trabajo, aunque el panel de expertos de la OMS no alcanzó un acuerdo sobre la
posibilidad de recomendar que se graven con mayores impuestos las bebidas y
refrescos azucarados, por lo que son iniciativas aisladas en pocos países,
actualmente. La organización de la ONU ha afirmado que seguirán
adelante con este objetivo.