lunes, 29 de junio de 2020

COBERTURA INFORMATIVA SOBRE PANDEMIAS(X): COVID-19 Y RESIDENCIAS DE MAYORES


COBERTURA INFORMATIVA SOBRE PANDEMIAS(X): COVID-19 Y RESIDENCIAS DE MAYORES DOMINICAL DE DIARIO DE FERROL, 28/06/2020 PÁGINA 11-35



COBERTURA INFORMATIVA SOBRE PANDEMIAS (X): COVID-19 Y RESIDENCIAS DE MAYORES (3)
Carlos Piñeiro Diaz, médico de familia. Magister en Salud Pública. Divulgador científico

 La Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea, de diciembre del 2000, especifica: Artículo 21.1. Se prohíbe toda discriminación, y en particular la ejercida por razón de sexo, raza, color, orígenes étnicos o sociales, características genéticas, lengua, religión o convicciones, opiniones políticas o de cualquier otro tipo, pertenencia a una minoría nacional, patrimonio, nacimiento, discapacidad, edad u orientación sexual.
 La situación crítica provocada por el COVID-19 en las residencias de mayores en muchos países del mundo, ha conducido a un regreso con temor a la vida, donde se cuestiona el modelo de gestión de estas para el futuro. En Estados Unidos, la cuarta parte de las muertes ocasionadas por el coronavirus, han ocurrido en residencias de mayores y todavía ahora se cuestionan las carencias de equipos de protección personal y acceso a pruebas adecuadas. Millones de personas se han planteado que estaba pasando con sus seres queridos. En España, las personas fallecidas en residencias podrían superar el 70%   del total de muertes por coronavirus SARS-COV-2. Este país dispone de 372.985 plazas repartidas entre los 5.417 centros de mayores existentes, en una sociedad donde los mayores no parecen ser el objetivo de una comunidad cómoda, atractiva y social, poniendo en riesgo su seguridad. Centros no sanitarios, escasamente preparados para soportar una pandemia como la del COVID-19.

 Hay experiencias positivas relacionadas con las medidas de éxito en las residencias de mayores. Por ejemplo, en Asturias. La residencia mixta de Gijón, con 300 residentes y de titularidad pública. Se instalaron los puntos de higiene y asepsia en el centro y la cartelería informativa, en febrero, suprimiendo las zonas comunes. El 12 de marzo se cerraron las visitas, así como nuevos ingresos. Se elaboró el plan de contingencia en la primera semana de marzo, contemplando la sectorización del centro, habilitando una zona para casos sospechosos y otra para casos positivos, en una misma planta, aislada del resto del edificio, con entrada y salida para esa zona y personal exclusivo. Se sectorizó la atención, minimizando los contactos entre residentes y profesionales. Plantearon una organización más segura, manteniendo el personal mínimo esencial para evitar vectores de transmisión del virus. Se cumplió con la aplicación de los protocolos de forma estricta. Cero muertes. Dos casos positivos. Práctica de test masivos. 301 test PCR de residentes negativos. Inicialmente no disponían de mascarillas, e incluso los trabajadores protestaron por la situación. ¿Cuestión de suerte o de adopción de medidas adecuadas para evitar la infección? Asturias cuenta con más de 200 residencias de mayores que atienden a unas quince mil personas. Sólo 15 son de titularidad pública.
 En Narón, el centro de mayores San José, con 120 residentes, fue supervisado por los sanitarios del centro de salud de Narón, siguieron a rajatabla los documentos técnicos relacionados con la pandemia en residencias de mayores, se realizaron test PCR a la totalidad de los residentes y trabajadores del centro, aplicando medidas de distanciamiento social y medidas de higiene estrictas, con formación continua en el salón de actos mediante la proyección de videos sobre cómo utilizar mascarilla, guantes, lavado de manos y colocación y retirada de las EPI, sesiones continuas a las que puede acceder cualquier empleado a lo largo de la mañana si precisa recordar actuaciones. El personal que atiende a la planta de aislamiento, dispone de todo el material de protección necesario: Mascarillas FPP2 y quirúrgicas, pantallas de protección, guantes y batas desechables, productos de limpieza, geles hidroalcohólicos, bolsas para residuos… El acceso a las habitaciones de la planta de aislamiento tiene una barrera física, hay información sobre normas de limpieza de la habitación, gestión de residuos, así como toda la información sobre normas de retirada y colocación de EPI, lavado de manos, teléfonos de contacto interno, teléfonos de familiares e información sobre signos y síntomas de alarma. Un caso positivo al COVID-19 y cero muertes atribuidas a la infección. . ¿Cuestión de suerte o adopción de medidas adecuadas para evitar la infección?
 Se ha demostrado que adaptando las instalaciones de las residencias de mayores para aplicar el contenido de los documentos técnicos del Ministerio de Sanidad y de la Organización Mundial de la Salud, posibilidad de disponer de zonas de aislamiento y cumplimentando todas las medidas de aislamiento, distanciamiento social y medidas de higiene, disminuye las posibilidades de aparición de dramas humanos, sin olvidar que un elevado porcentaje de residentes son mayores de 80 años y que son muy frágiles para superar una infección como la provocada por el COVID-19.
 El futuro de las residencias de mayores necesitará tener presente la modificación de sus instalaciones, para rediseñar su espacio interior y maximizar el control de posibles infecciones. Menos camas y menos espacios compartidos. Aumentarán los salarios y la dotación de personal. Se planteará lograr el equilibrio entre la seguridad y una comunidad cómoda, atractiva y social. Las soluciones comunitarias enfocadas a los espacios para el envejecimiento de los mayores aportarán nuevas opciones para mejorar la calidad de vida de las personas mayores.
 Pero, en una situación de crisis económica, la precariedad va a persistir ante posibles deficiencias en la cobertura de mejores ratios en las residencias, que conllevarán más costes económicos. Sólo la presión social, similar a la que se ejerce para la sanidad o la educación públicas, permitirá exigir el desarrollo adecuado de la Ley de Dependencia y aproximarse al objetivo del envejecimiento activo real, teniendo presente que nadie puede ser discriminado por su edad o discapacidad.

lunes, 22 de junio de 2020

COBERTURA INFORMATIVA SOBRE PANDEMIAS(IX): COVID-19 Y RESIDENCIAS DE MAYORES(2)


COBERTURA INFORMATIVA SOBRE PANDEMIAS(IX): COVID-19 Y RESIDENCIAS DE MAYORES(2) Dominical Nordesía Diario de Ferrol, 22/06/2020, página 11-35



COBERTURA INFORMATIVA SOBRE PANDEMIAS (IX): COVID-19 Y RESIDENCIAS DE MAYORES (2)
Carlos Piñeiro Diaz, médico centro salud de Narón. Magister Salud Pública
La Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea, de diciembre del 2000, especifica: Artículo 21.1. Se prohíbe toda discriminación, y en particular la ejercida por razón de sexo, raza, color, orígenes étnicos o sociales, características genéticas, lengua, religión o convicciones, opiniones políticas o de cualquier otro tipo, pertenencia a una minoría nacional, patrimonio, nacimiento, discapacidad, edad u orientación sexual.

 La sociedad parece estar en shock emocional como consecuencia de la difusión de un video grabado en un hospital, donde se plantean las medidas restrictivas relacionadas con las tomas de decisión para ingresos en hospitales, siendo las personas mayores perjudicadas por su situación de vulnerabilidad. La ola de indignación crece en la población general, cuando se reconoce la incapacidad de las administraciones para la protección de la salud y la vida de los mayores. La pregunta inevitable es si se adoptaron las medidas adecuadas para evitar los dramas humanos que se van conociendo, a través de las demandas judiciales y las opiniones de diversos colectivos de mayores. El día 5 de marzo se publicó un documento técnico del Ministerio de Sanidad para la prevención y control frente al COVID-19 en residencias de mayores y centros sociosanitarios, basándose en los datos científicos que provenían de China, donde se revela que la infección vírica por el SARS-Cov-2 presenta mayor mortalidad en mayores de 65 años con patología cardiovascular (sobre todo hipertensión e insuficiencia cardiaca), aumentando con la edad. La advertencia de vulnerabilidad de los mayores, que viven en residencias, era clara: suelen presentar patologías de base o comorbilidades (presencia de una o más enfermedades, aparte de la enfermedad primaria), edad avanzada, contacto estrecho con otras personas (cuidadoras) y otros convivientes, permanencia en entornos cerrados y acompañados de personas mayores, también altamente vulnerables. El escenario posible era conocido y por ello se plantearon recomendaciones de prevención y control de la posibilidad de infección, pero la respuesta ha sido dispar y no se adoptaron todas las medidas previstas. Cada centro debería elaborar un plan de actuación dirigido a la eventual aparición de brotes, adaptado a las características de cada centro, con equipos de protección adecuados a la situación, la provisión de jabón, papel y soluciones desinfectantes, así como un plan de continuidad de la actividad ante una previsible baja de personas. En el documento se especificaban las medidas generales de información y actuación dirigidas a los directores y responsables de los centros para protección de la salud de residentes, las actuaciones ante contactos y caos de COVID-19, las medidas generales dirigidas a la protección de la salud de los trabajadores, medidas de limpieza y desinfección de las superficies y espacios, gestión de residuos, vajilla y ropa de cama e identificación de los casos en investigación. Toda la información y las medidas se habían recomendado, así que es necesario analizar por qué ha ocurrido un desastre tan alarmante. Se mantiene que el problema no ha radicado en la calidad de las recomendaciones formuladas por el Ministerio de Sanidad, en base a las evidencias científicas. El problema estuvo en las condiciones de los centros para poder aplicar las recomendaciones.
 Los efectos, cuando el COVID-19 llega a las residencias de mayores, son devastadores, provocando un número desproporcionado de muertes, en muchos países del mundo, incluido España. Más de 18.000 personas mayores usuarias de residencias de ancianos, públicas, concertadas y privadas, han fallecido en el marco de la pandemia del coronavirus.  En la Comunidad de Madrid, el total de fallecimientos en los centros de servicios sociales de carácter residencial autorizados y que prestan atención a personas mayores, personas con discapacidad y con enfermedad mental, desde el 8 de marzo de 2020 hasta el 12 de junio, ascienden a 8.111 personas. 1.251 residentes murieron confirmados con prueba de la enfermedad y otros 4.728 usuarios con síntomas compatibles.
 En Cataluña, la Generalitat catalana, ha reportado hasta el día 16 de junio, un total de 4.085 muertes en residencias de la comunidad.
 La Junta de Castilla y León registra 2.591 fallecimientos de personas alojadas en 1.214 residencias de mayores, tanto públicas como privadas y centros públicos de discapacidad, de las cuales 1.486 corresponden a casos confirmados por COVIS-19 y otros 1.105 a fallecidos con síntomas compatibles con el virus.
 El gobierno de Castilla-La Mancha, a través de la Dirección General de Salud Pública, ha confirmado que el número de fallecidos asciende a 1.298 personas. El gobierno de Aragón, reporta 758 fallecidos. En el País Vasco, 625 usuarios de residencias han fallecido durante la pandemia. En la Comunidad Valenciana, han sido 557 los fallecimientos de los centros de mayores. En las residencias de mayores de Extremadura, acumulan 432 fallecidos. En Navarra, han fallecido 268 personas, a las que se suman 164 muertes con síntomas compatibles, pero sin confirmación, sumando 432 decesos.
 En Galicia, el total de personas fallecidas con COVID-19 ascienden a 274 personas, vinculadas con centros residenciales, de las que 132 murieron dentro de los propios centros geriátricos.
 En Asturias, han fallecido 224 usuarios de residencias de mayores, tanto públicas como privadas, durante la pandemia. En La Rioja, han fallecido 209 personas mayores de residencias. En Cantabria, son 141 los usuarios de residencias fallecidos. En Murcia, refieren 68 personas fallecidas en residencias de mayores. En las Islas Baleares, se han registrado 89 personas fallecidas. En Canarias, se han contabilizado 19 muertes en centros de mayores.
 La pregunta inevitable de las familias afectadas es si se hubieran podido evitar los fallecimientos.




lunes, 15 de junio de 2020

COBERTURA INFORMATIVA SOBRE PANDEMIAS (VIII): COVID-19 Y RESIDENCIAS DE MAYORES (1)


Publicado en dominical de Diario de Ferrol, 14.06.2020, página 10, 34
COERTURA INFORMATIVA SOBRE PANDEMIAS(VIII): COVID-19 Y RESIDENCIAS DE MAYORES (1)


COBERTURA INFORMATIVA SOBRE PANDEMIAS (VIII): COVID-19 Y RESIDENCIAS DE MAYORES (1)
Carlos Piñeiro Diaz, médico del centro de salud de Narón. Magister Salud Pública
 La Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea, de diciembre del 2000, especifica: Artículo 21.1. Se prohíbe toda discriminación, y en particular la ejercida por razón de sexo, raza, color, orígenes étnicos o sociales, características genéticas, lengua, religión o convicciones, opiniones políticas o de cualquier otro tipo, pertenencia a una minoría nacional, patrimonio, nacimiento, discapacidad, edad u orientación sexual.
  Desde el inicio de la pandemia del COVID-19, uno de los lugares con mayor riesgo y elevada mortalidad, en todo el mundo, ha sido el interior de las residencias de mayores. El torbellino de las informaciones, de noticias confusas sobre el COVID-19, destaca la referida a las personas mayores en las residencias, provocando sentimientos y reacciones de indignación entre la población general.  Independientemente de los análisis de los políticos, es evidente que las personas mayores han sido las víctimas de la infección ocasionada por el virus SARS-CoV-2, reconocida como pandemia por la OMS el 11 de marzo de 2020. Otros países, como Francia, Italia, Canadá, Estados Unidos, sufren la misma situación de alarma en las residencias de mayores, bajo la sospecha de que existen más muertes, no registradas como derivadas de la enfermedad vírica y con relatos dramáticos de lo que ha ocurrido en el interior de las residencias.
 Según datos de la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica (RENAVE), de los más de 250.000 casos notificados en España, las personas mayores de 70 años suponen más del 37% del total (casi un 24% de mayores de 80 años), superando las 17.000 defunciones (36,5%), de un total de personas fallecidas hasta mayo de 20527, habiendo sido hospitalizados el 94, 8% e ingresados en las Unidades de Cuidados Intensivos un 61% del total de pacientes en UCI, falleciendo el 87% de forma global. El porcentaje de pacientes mayores de 80 años con ingreso en UCI del 5% frente al 29% en el grupo de hospitalizados sin ingreso en UCI. En un análisis específico sobre defunción se observa que los pacientes fallecidos, frente a los no fallecidos, son significativamente mayores (edad mediana 83 vs 58 años), los hombres están más representados, presentan más frecuentemente enfermedades de base, neumonía y otras complicaciones respiratorias, y han sido hospitalizados e ingresados en UCI con mayor frecuencia. El 87% de los pacientes que fallecen tienen más de 70 años, el 95% de los mismos presentaban algún tipo de enfermedad de base previa y el 60% padecían una enfermedad cardiovascular.

 En la actualidad se alcanza una cifra total de fallecidos de 27.136. El 56,6% de los casos de COVID-19 son mujeres y la mediana de edad de los casos es 60 años, siendo mayor en hombres que en mujeres (62 vs 59 años).  Puede observarse que no concuerdan los datos con lo que afirman los políticos. Conviene realizar un análisis objetivo de la situación en la que se encuentran las instituciones, los centros residenciales y sociosanitarios ante una pandemia, como la del COVID-19.
 En las residencias de mayores, viven alrededor de 350.000 personas, siendo vulnerables a las epidemias por sus características de múltiples patologías crónicas y situaciones de deterioro cognitivo y discapacidad, con grados diversos de dependencia, necesitando ayuda para las actividades de su vida cotidiana y con contacto próximo de personas cuidadoras y de apoyo.
 Las personas mayores ingresadas en residencias y su personal de cuidados, tienen mayor vulnerabilidad y un riesgo elevado al COVID-19, siendo más letal para mayores de 60 años, tal como  sugieren los datos de la pandemia, propagándose a través de las gotitas respiratorias producidas cuando una persona infectada tose o estornuda. El riesgo de transmisión es elevado en entornos de atención a largo plazo, donde los adultos mayores son especialmente vulnerables a las enfermedades respiratorias. Hay que sumar las situaciones del interior de las residencias, donde las comidas suelen ser comunales y se realizan actividades grupales que facilitan el contacto próximo con otras personas, que pueden ser transmisoras de la enfermedad. Asimismo, existe un alto nivel de trasiego de personas visitantes y de personal que les proporciona los cuidados. En ocasiones con mínimo de profesionales cualificados, profesionales con salarios precarios, instalaciones y recursos insuficientes.
 La Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó, el pasado 21 de marzo, la guía para la prevención y control del COVID-19 en instituciones de cuidados de larga duración, donde se recogen recomendaciones específicas para los centros, donde considera que COVID-19 es una enfermedad respiratoria aguda causada por un nuevo coronavirus humano (SARS-CoV-2, llamado virus COVID-19), que provoca una mayor mortalidad en personas de ≥60 años y en personas con afecciones médicas subyacentes como enfermedad cardiovascular, enfermedad respiratoria crónica, diabetes y cáncer. Centros como hogares de ancianos y de rehabilitación, con instalaciones que atienden a personas que sufren discapacidad física o mental, con personas de edad avanzada. Las personas que viven en estos centros son más vulnerables, con mayor riesgo de resultados adversos y de infección por vivir cerca de otros. Deben tomar precauciones especiales para proteger a sus residentes, empleados y visitantes. Insta a las autoridades de cada país, a hacerse cargo de la coordinación y activación de las redes sanitarias y sociales para garantizar la continuidad de cuidados entre las citadas instituciones y los diferentes proveedores de atención sanitaria. En España, el Ministerio de Sanidad publicó un primer documento técnico para la prevención y control frente al COVID-19 en residencias de mayores, el pasado 5 marzo, y una guía ampliada el 24 del mismo mes.






martes, 9 de junio de 2020

COBERTURA INFORMATIVA SOBRE PANDEMIAS(VII): DESCONFINAMIENTO 3



Publicado en Diario de Ferrol, 07.Junio.2020, Dominical Nordesía, página 12, 36 :
COBERTURA INFORMATIVA SOBRE PANDEMIAS(VII):DESCONFINAMIENTO 3, DOMINICAL DIARIO DE FERROL 07.02.2020

COBERTURA INFORMATIVA SOBRE PANDEMIAS (VII): DESCONFINAMIENTO 3
Carlos Piñeiro Diaz, médico del centro de salud de Narón. Magister Salud Pública
  Nunca hubiéramos imaginado que la actual pandemia de coronavirus COVID-19, sería retransmitida a diario en todos los formatos informativos posibles, con mapeos actualizados en todo el planeta por las universidades y plataformas informativas más prestigiosas, respirando en el día a día la vida y la muerte de las personas, confinadas en muchos países e incrementándose de forma desmesurada el consumo de información.
 Galicia pasa a la fase III de desescalada de la pandemia del COVID-19, tras un riguroso confinamiento iniciado el 14 de marzo, donde las medidas de contención han mostrado ser efectivas para la propagación del virus y tras haber pasado la población española por situaciones dramáticas, tensionando las costuras del sistema sanitario español, poniendo en evidencia las deficiencias sanitarias acumuladas por las restricciones de los últimos 10 años, así como alarmismo social, tardía prevención, falta de personal, mala gestión de material y recursos, escasos medios para fabricar y obtener equipos de protección individual (EPI). Los políticos han establecido polémicas absurdas y denotan su distanciamiento social de la realidad, mientras la propagación de la enfermedad asociada al COVID-19 causa impactos negativos económicos, que se traducen en el aumento de la precariedad, la inseguridad alimentaria y la pobreza de sectores de la población. Las personas mayores, ingresadas en residencias sociosanitarias, han sido las víctimas de la infección del COVID-19. Los gobiernos europeos tendrán que adoptar medidas excepcionales para evitar el declive económico severo. Se acepta, en general, que un crecimiento menor del 1% en la economía mundial, se traduciría en un aumento en la tasa de pobreza extrema global entre 1.6 al 3%. Millones de personas en el mundo se verán abocadas a la pobreza extrema.
 La mascarilla, es un elemento importante de prevención de la infección del virus, siendo obligatoria en espacios públicos, si no se puede mantener el distanciamiento físico de 2 metros óptimo, y previsiblemente se mantendrá esta medida hasta llegado el otoño. Un lema universal se ha consolidado: “Cualquier persona sin máscara te pone a ti y a tu familia en riesgo”. Dada la disponibilidad actual de mascarillas, se recomienda la máscara quirúrgica, que tiene una eficiencia de filtración por encima del 80%. Una máscara no es un salvoconducto exclusivo para impedir la infección por coronavirus COVID-19 y deben complementarse con las restantes medidas no farmacológicas. Lo importante es ser consciente de que podemos ser portadores sanos o levemente sintomáticos, evitando la propagación del virus que podríamos transmitir sin saberlo. La vida útil de las mascarillas quirúrgicas es de 3 a 4 horas y las máscaras faciales FP2 alcanzan las 8 horas.
  El estudio de seroprevalencia de la COVID-19, para conocer el nivel de anticuerpos que permita conocer la posible protección a la infección, en sus dos primeras rondas, pone de manifiesto la baja prevalencia de exposición al virus, poniendo de manifiesto que somos vulnerables al mismo un elevado porcentaje de la población (más del 90%).  La inmunidad al virus significa que la presencia de anticuerpos contra el virus SARS-Cov-2 podría proporcionar cierta protección, pero los científicos necesitan más datos para conocer la persistencia de esa protección a lo largo del tiempo. De ahí la enorme importancia de persistir en las tres grandes medidas: mascarilla higiénica o quirúrgica, distanciamiento social y lavado de manos con agua y jabón o con solución hidroalcohólica. Las dos últimas medidas, son eficaces, pero no previenen la infección por inhalación de pequeñas gotas exhaladas por una persona infectada, que puede recorrer distancias de metros en el aire y transportar su contenido viral. Las gotas más grandes con contenido viral se depositan cerca del punto de emisión (transmisión de gotas), mientras que las más pequeñas pueden viajar varios metros e incluso decenas de metros con largas distancias en el aire en interiores (transmisión de aerosol), en virus respiratorios conocidos, como en el caso del virus SARS-Cov-1, informándose en varios estudios realizados en Hong Kong y en Canadá. Por lo tanto, se deben adoptar precauciones posibles contra la transmisión aérea en espacios interiores que incluyen una mayor tasa de ventilación, usar ventilación natural, evitar la recirculación de aire, evitar la permanencia en el flujo directo de aire de otra persona, minimizar el número de personas que comparten el mismo ambiente ( Qian et al,2018)  y garantizar que la tasa de ventilación sea suficientemente alta.

                        Policía en Estados Unidos, pandemia de gripe de 1918, conminando a persona sobre 
                        el uso de la mascarilla

 Los ambientes cerrados facilitan la transmisión secundaria de la enfermedad por COVID-19. La reducción del contacto cercano innecesario puede ayudar a prevenir grandes grupos de casos de infección. Se ha publicado en la revista científica “BMJ Global Health”, que el uso de mascarilla en el hogar podría ayudar a prevenir la infección entre los miembros de la familia, que viven en el mismo domicilio, hasta casi un 80%, antes de que aparecieran los síntomas en la primera persona afectada.
 El distanciamiento físico, las máscaras faciales, la protección ocular y el lavado de manos previenen la transmisión del virus del COVID-19. Las estrategias de contención de brotes de COVID-19 basadas en intervenciones no farmacológicas, tal como se han llevado a cabo en España y en China, parecen ser efectivas, aunque se necesita continuar la investigación cuantitativa para evaluar la eficacia de los diferentes equipos de protección individual y sus tiempos, para guiar las respuestas actuales y futuras a las pandemias que afectan a todo el mundo. Los escenarios favorables en la epidemia guardan relación con el tiempo de intervención, la restricción de los viajes y reducción de los contactos.