lunes, 27 de julio de 2020

COBERTURA INFORMATIVA SOBRE PANDEMIAS(XIII): MODELOS DE CONVIVENCIA Y COVID-19(2)

COBERTURA INFORMATIVA SOBRE PANDEMIAS(XIII): MODELOS DE CONVIVENCIA Y COVID-19(2) Página 13-37 Dominical Diario de Ferrol, 26/07/2020

COBERTURA INFORMATIVA SOBRE PANDEMIAS (XIII):  MODELOS DE CONVIVENCIA CON EL COVID-19 (2)
Carlos Piñeiro Diaz, médico de familia. Magister en Salud Pública. Divulgador científico
  La sociedad ha aprendido a convivir con el COVID-19, tras haber pasado un período de confinamiento y haber adoptado diversas medidas como el uso de las mascarillas, el distanciamiento físico y el lavado de manos, pero no parece suficiente. Nuevos modelos de convivencia se han convertido en reto, incluso habiéndose limitado los derechos básicos con el objetivo colectivo social de controlar las consecuencias del coronavirus. El rebote epidémico está presente.
 Algunos expertos pensaban que el virus SARS-CoV-2 desaparecería de la actualidad informativa, como sucedió con el SARS-CoV-1 o el MERS-CoV, incluso se esperaba que la estacionalidad fuera un factor decisivo para su extinción durante el verano, pero la evolución de la pandemia persiste y el virus continúa propagándose en todos los países con grados diferentes, predominando en Estados Unidos, América del Sur y con rebrotes en Europa. Más de 15,5 millones de casos confirmados y casi 635.000 muertes estimadas, como causa del COVID-19, ponen de manifiesto que, a pesar de las medidas de contención instauradas, la pandemia no está controlada todavía. Los países más adinerados se apresuran a adquirir las posibles vacunas del futuro y los medicamentos de mitigación de la evolución clínica de la enfermedad, en clara inspiración de egoísmo e insolidaridad.
  En España, se han superado los 280 rebrotes, desde la finalización del estado de alarma, y las medidas de contención difieren según las localidades y Comunidades Autónomas, coincidiendo, con alguna excepción, la obligatoriedad del uso de la mascarilla por parte de la población. El COVID-19 ha vuelto a modificar los criterios previos del uso de las máscaras faciales, de cuando se debe usar una mascarilla bajo la imposición de un criterio político-científico, sin haber dado tiempo a dominar cómo colocarse, usar, quitarse y desechar una mascarilla, olvidando que antes de colocarla hay que realizar la higiene de manos con un desinfectante a base de alcohol o agua y jabón. Que hay que cubrir la boca y la nariz con la mascarilla y asegurarse de que no haya espacios entre la cara y la mascarilla. Que hay que evitar tocar la mascarilla mientras se usa y si se hace, se debe realizar la higiene de manos a base de alcohol o con agua y jabón. Que se ha de reemplazar la mascarilla con una nueva, tan pronto como esté húmeda, y no reutilizar las mascarillas de un solo uso. Que para quitarse la mascarilla hay que quitarla por detrás, sin tocar el frente de la mascarilla; desecharla inmediatamente en un contenedor cerrado y realizar la higiene de manos con un desinfectante a base de alcohol o con agua y jabón. El asesoramiento sobre el uso de mascarillas en el contexto del COVID-19 ha de ser permanente para hacer frente a los rebrotes.
 MODELO DE CONVIVENCIA FAMILIAR
 Existen diversas guías familiares para hacer frente al COVID-19 y resulta necesario destacar la importancia del impacto familiar que ha supuesto la aparición de un nuevo escenario. La situación actual, de adaptación a los roles post-COVID, requiere establecer un modelo de convivencia familiar compatible con la prevención del coronavirus. Los CDC, Centros para el Control y la Prevención de enfermedades, de Estados Unidos, ofrecen herramientas y consideraciones para operar durante el COVID-19 desde el ámbito familiar. Recomienda realizar un listado de acciones que permitan un plan adaptado a cada familia, manteniendo el contacto con las instituciones locales y con los recursos comunitarios y de proximidad, preparándose para un posible caso de enfermedad, teniendo en cuenta a los miembros del hogar que pueden tener un mayor riesgo de enfermar gravemente, eligiendo una habitación de la casa que pueda usarse para separar a los miembros enfermos del hogar de los demás. Mantener medidas de prevención diarias, como el lavado frecuente de manos, evitar tocarse los ojos, la nariz y la boca con las manos sin lavar. Mantener la distancia social con respecto a otras personas. Quedarse en casa si se está enfermo. Cubrirse la nariz y la boca con un pañuelo desechable al toser y estornudar y echarlo luego a la basura. Limpiar y desinfectar los objetos y las superficies que se tocan con frecuencia. Usar mascarilla al salir de casa y medidas de cómo protegerse y proteger a los demás.
 
 El 40% de los rebrotes en España, han tenido relación con el ámbito familiar. Por ello, la Organización Colegial de Enfermería ha editado una interesante guía para las reuniones de familiares y amigos, donde se recomienda que el anfitrión realice un plan previo a la reunión familiar, en relación con mantener la distancia social de 1,5 metros y para elegir espacios al aire libre o con ventilación continua, antes de acudir. Al llegar, se han de evitar los abrazos y besos, ofreciendo gel hidroalcohólico desinfectante al entrar. Siempre, respetando el no celebrar la reunión, si alguno de los invitados o el anfitrión tiene síntomas, mantener el uso de la mascarilla y la distancia de seguridad, siempre que sea posible. Intentar reducir el tiempo de visita lo máximo posible.
 Antes de empezar a comer, sólo una persona pondrá la mesa después de realizar una buena higiene de manos, retirar la mascarilla al sentarse a la mesa y guardarla en un sobre de papel o bolsa de tela individual. Servir los platos de forma individual y no compartir cubiertos al servir. Durante la comida, no compartir ni pasar platos ni vasos. Colocar la mascarilla en la sobremesa nada más terminar de comer, adoptando las medidas adecuadas.


lunes, 20 de julio de 2020

COBERTURA INFORMATIVA SOBRE PANDEMIAS(XII): MODELOS DE CONVIVENCIA CON EL COVID-19(1)

COBERTURA INFORMATIVA SOBRE PANDEMIAS(XII): MODELOS DE CONVIVENCIA CON EL COVID-19(1) Dominical Diario de Ferrol, Nordesía, página 11, 35, publicado el día 19/07/2020


 COBERTURA INFORMATIVA SOBRE PANDEMIAS (XII):    MODELOS DE CONVIVENCIA CON EL COVID-19 (1)
 Carlos Piñeiro Diaz, médico de familia. Magister en Salud Pública. Divulgador científico
 Nunca hubiéramos imaginado que la actual pandemia, de coronavirus COVID-19, sería retransmitida a diario en todos los formatos informativos posibles, con mapeos actualizados en todo el planeta por las universidades y plataformas informativas más prestigiosas, respirando en el día a día la vida y la muerte de las personas, confinadas en muchos países e incrementándose de forma desmesurada el consumo de información.

 Se supone que la sociedad ha aprendido a convivir con el COVID-19, tras haber pasado un período de confinamiento y haber adoptado diversas medidas como el uso de las mascarillas, el distanciamiento físico y el lavado de manos, junto a medidas de higiene de tipo social. Las normas de convivencia se han convertido en algo asimilable, incluso habiéndose limitado los derechos básicos con el objetivo colectivo social de controlar las consecuencias del coronavirus. Todas las personas han contribuido a aplanar la curva epidemiológica del COVID-19 y a evitar el colapso del sistema sanitario, adquiriendo nuevas experiencias ante un virus desconocido. Un mundo cambiante ha transformado el binomio social de salud y economía, intentando conjugar normas y beneficios económicos, a la búsqueda de una nueva normalidad. Finalizado el estado de alarma, se pone en evidencia la flaqueza normativa y la escasa formación de los políticos responsables para adoptar medidas y proponer nuevos modelos de convivencia con el COVID-19. Se empieza a hablar, por parte de los expertos en epidemiología, de la necesidad de disponer de un manual sobre cómo tener una vida en una pandemia que permita una convivencia de bajo riesgo. Los propios medios de comunicación, en la situación actual de rebrotes van a la búsqueda de las personas y colectivos que, supuestamente, vulneran las normas para la convivencia con el coronavirus. La vergüenza pandémica se está convirtiendo en deporte nacional ante los múltiples rebrotes y bajo la ira de una posible segunda oleada de coronavirus que puede poner en peligro a la sociedad. En las redes sociales y los medios de comunicación se ejemplarizan las actitudes colectivas vergonzantes que pueden suponer causa de rebrotes y camino de la temida oleada. A su vez, se esgrimen las consecuencias de la situación de descontrol con datos de afectados por día y muertes acumuladas de la pandemia. Más de 14 millones de casos de coronavirus confirmados y superando las 600.000 muertes, supone el balance actual del impacto del COVID-19. Según The Lancet, el mundo se enfrenta a una pandemia multipolar cada vez más grave. "5 meses después de que la OMS declarara el brote de coronavirus como una emergencia de salud global, el virus continúa batiendo un camino preocupante y complejo". Más de 160.000 casos son reportados cada día, en el planeta, desde el 25 de junio.
  Incluso conocemos con todo detalle los rebrotes surgidos en todos los países, puntos calientes que muestran la presencia constante del coronavirus, estrategias de identificación y búsqueda de casos activos, donde un corresponsal va sumando dato a dato y recordando las medidas de restricción locales o generales. Las vacaciones y los viajes pueden representar un riesgo y todo contribuye a mantener la inseguridad de la población y la actitud de desconfianza ante el visitante o la inestabilidad social futura. Pero, se ha aprendido de otras epidemias, que la vergüenza no elimina el riesgo, sino que puede llevar a la clandestinidad en los comportamientos humanos.
 Las campañas de salud pública que promueven comportamientos de bajo riesgo son más eficaces que las que defienden la eliminación total del riesgo.
 El uso de la mascarilla, como afirmación médica y científica, se ha convertido en motivo de división política y jurídica, va más allá del problema científico y de salud. Una pequeña restricción de nuestras libertades, una herramienta de protección combinada con otras medidas de protección como la distancia social y el lavado de manos puede ralentizar la circulación del virus y evitar medidas más drásticas ya vividas durante el confinamiento. La situación de rebote epidémico, con múltiples brotes localizados, pondrán a prueba la capacidad de la respuesta local y en las Comunidades Autónomas. Las reaperturas derivadas de la necesidad económica van relacionadas con el temor científico al regreso del coronavirus.
 El colectivo de personas con enfermedades cardiovasculares es el más afectado y necesita clarificar su modelo de convivencia con el coronavirus. El virus SARS-CoV-2 puede afectar al miocardio y provocar miocarditis. Un 20% de pacientes hospitalizados tenían daño cardíaco definido clínicamente y afectó fundamentalmente a personas mayores, con una mortalidad elevada. La combinación de historia cardiovascular y alteraciones analíticas de lesión cardiaca define la mayor mortalidad. Es conocida la relación entre las infecciones víricas y las enfermedades coronarias agudas, arritmias o la aparición o empeoramiento de episodios de insuficiencia cardiaca. El COVID-19 es una nueva causa de problemas cardiovasculares.
 Según publica la revista JAMA y la Sociedad Española de Cardiología, la evidencia disponible indica que la edad mayor de 60 años, el sexo masculino y la presencia de comorbilidades son los principales factores asociados a la gravedad del cuadro por COVID-19 y a la mortalidad. La presencia de daño cardiaco, definido por elevación de los niveles de troponina, miocarditis y distrés respiratorio, son otros factores independientes asociados de forma importante con la mortalidad.
 El uso de la mascarilla, el distanciamiento social, el lavado de manos frecuente y medidas de higiene en domicilio, en los enfermos cardiovasculares, evitando eventos festivos, espacios cerrados y comidas familiares, formarán parte del modelo de convivencia hasta la aparición de una vacuna eficaz.


lunes, 6 de julio de 2020

COBERTURA INFORMATIVA SOBRE PANDEMIAS(XI): COVID-19 Y RESIDENCIAS DE MAYORES(4)

COBERTURA INFORMATIVA SOBRE PANDEMIAS(XI): COVID-19 Y RESIDENCIAS DE MAYORES(4) SUPLEMENTO DOMINICAL NORDESÍA, DIARIO DE FERROL, 05/07/2020, PÁGINA 11, 35


COBERTURA INFORMATIVA SOBRE PANDEMIAS (XI): COVID-19 Y RESIDENCIAS DE MAYORES (4)
Carlos Piñeiro Diaz, médico de familia. Magister en Salud Pública. Divulgador científico
 La Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea, de diciembre del 2000, especifica: Artículo 21.1. Se prohíbe toda discriminación, y en particular la ejercida por razón de sexo, raza, color, orígenes étnicos o sociales, características genéticas, lengua, religión o convicciones, opiniones políticas o de cualquier otro tipo, pertenencia a una minoría nacional, patrimonio, nacimiento, discapacidad, edad u orientación sexual.
 La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha recomendado que se deben promover hechos y no información falsa, porque compartir información no verificada durante la pandemia del COVID-19 puede ser peligroso y hacer que nuestra vida sea más confusa, en el marco de una “infodemia masiva”. La UNESCO y la OMS piden combatir la “desinfodemia”, trabajando por la verdad en tiempos del coronavirus COVID-19. Los impactos de la desinformación de COVID-19 son más mortales que la desinformación sobre otros temas, considerando la información como base del conocimiento. La desinformación en línea sobre el COVID-19 se instrumentaliza con fines políticos, racistas, xenofóbicos, sexistas, u otros, y puede polarizar a la gente y fomentar odios -en un momento en que se necesita, más que nunca, la unidad mundial. Se consideran nueve temas clave de la “desinfodemia”: los orígenes y la propagación del coronavirus y de la enfermedad COVID-19, estadísticas falsas y engañosas, impactos económicos, desacreditar a periodistas y a medios de comunicación creíbles, desinformación respecto a la ciencia médica ( síntomas, diagnóstico y tratamiento), impactos sobre la sociedad y el medioambiente, politización, contenido promovido por actores que buscan ganancias fraudulentas y desinformación enfocada en celebridades.
 En el documento técnico del Ministerio de Sanidad, publicado el 5 de marzo, de recomendaciones para residencias de mayores, no figura que los mayores contagiados por COVID-19 no podían acudir al hospital, ni exigía a las residencias que dejaran en sus cuartos a todos los mayores con sintomatología respiratoria aguda. El documento es un protocolo de actuación para residencias de mayores y centros sociosanitarios para el COVID-19, donde se especifican las actuaciones ante contactos y casos de COVID-19 y donde se pide a los centros sociosanitarios que detecten que un residente pueda haber sido contacto de un caso de COVID-19 le indiquen a esta persona «que permanezca en el centro o residencia» y que se lo comuniquen a los servicios de salud pública para que valoren dicha identificación según el procedimiento de actuación.

 Es diferente la interpretación, aplicada en alguna Comunidad Autónoma, como la de Madrid, cuando se ha recibido en centros sociosanitarios y residencias un protocolo de actuación con “criterios de exclusión de derivación hospitalaria” relativos a residentes, tal como han publicado los periodistas de InfoLibre y El País, basados en las evidencias de los documentos originales. Ha surgido la polémica y los grupos políticos luchan entre sí de forma agria, así como se incrementan las demandas judiciales por parte de los familiares afectados por el fallecimiento de su familiar, donde la desinformación y la ausencia de la consulta con los mismos ha primado, en pro de preservar el colapso del sistema sanitario y vulnerando el derecho a la información de las familias afectadas, así como derechos fundamentales de los residentes. Como consecuencia del coronavirus, en muchos países del mundo, se provoca la ruptura repentina de las relaciones familiares, la incapacidad de ayudar a sus seres queridos en sus últimos momentos, así como la prohibición de celebrar funerales, siendo considerados como factores que pueden producir un sentimiento de culpa, al no poder cumplimentar lo más básico de las relaciones humanas. La valoración desigual de la vida de los mayores ha provocado un auténtico colapso en el seno de las familias, donde desde el principio de la pandemia parecía ser un problema exclusivo de las personas mayores, viejas y frágiles.
 La insuficiencia de recursos de la atención médica ha puesto en peligro la vida de los mayores, aunque nunca pareció ser prioritaria, porque no existían condiciones óptimas para superar una pandemia como la del COVID-19. La respuesta social hacia los mayores ha fracasado y se ha hecho con lentitud, pareciendo aceptar la existencia de una ciudadanía de segunda clase.
 Un país avanzado como Canadá, ocupa el primer lugar, entre 16 países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), por su elevado número de fallecimientos relacionados con el coronavirus en residencias de mayores. El 81% de las víctimas por COVID-19 en Canadá, se registraron en hogares de cuidado a largo plazo. El promedio de la OCDE es del 42%. Australia, Austria y Eslovenia, que implementaron "medidas de prevención específicas" dirigidas a hogares de ancianos, incluidas las unidades de segregación y la detección amplia de la enfermedad, han registrado "menos infecciones y muertes por COVID-19". Por el contrario, Canadá, como Francia, España y Estados Unidos, Inglaterra, tomaron medidas más limitadas, según el estudio.
 Existen guías internacionales y nacionales que permiten valorar la situación de fragilidad de los mayores. El objetivo es identificar a los pacientes que tienen un mayor riesgo de malos resultados y que pueden no beneficiarse de las intervenciones de cuidados críticos. Los riesgos y beneficios y los resultados probables deben discutirse con los pacientes, cuidadores y las familias utilizando herramientas de apoyo a la toma de decisiones (cuando estén disponibles) para que puedan tomar decisiones informadas sobre su tratamiento siempre que sea posible.
  20.656 personas mayores usuarias de residencias de mayores públicas, concertadas y privadas de toda España han fallecido desde el inicio de la pandemia del COVID-19, según Europa Press.