COBERTURA INFORMATIVA
SOBRE PANDEMIAS (LVII): MODELOS DE CONVIVENCIA CON LA COVID-19 (46) Publicado en Dominical Diario de Ferrol, 13/06/2021
Carlos Piñeiro Diaz,
médico de familia. Magister en Salud Pública. Divulgador científico
La sociedad ha aprendido a convivir con la
COVID-19, tras haber pasado un período de confinamiento y haber adoptado
medidas como el uso de las mascarillas, el distanciamiento físico y el lavado
de manos, pero no parece suficiente. Nuevos modelos de convivencia se han
convertido en reto, incluso limitándose derechos básicos con el objetivo social
de controlar la enfermedad. Destaca la eficacia de las vacunas y se plantea la
vacunación infantil.
La variante de origen indio delta está
creciendo en Estados Unidos y en Madrid se han detectado 18 casos que hacen
pensar en transmisión comunitaria en la región. Es necesario disponer de dos
dosis de vacuna para hacer frente a esta cepa más transmisible y resistente,
por lo que ha de vacunarse en España a las personas entre 60 y 69 años que no
han recibido todavía la segunda dosis.
Se ha publicado en la revista científica
Nature que la vacunación no solo protege a las personas vacunadas frente a la
COVID-19, también brinda protección cruzada a las personas no vacunadas que
viven en la comunidad, facilitando la inmunidad de la población. De ahí la
importancia solidaria de la vacunación, no solo se protege uno mismo, sino que
además ayuda a proteger a las demás personas mientras esperan por su dosis.
En la revista The Lancet de enfermedades
infecciosas, se plantea un interesante debate sobre la necesidad de vacunar a
los niños y a las niñas contra el SARS-CoV-2 tras la publicación de un informe
del Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC) del 1
de junio, que enumera consideraciones importantes para las autoridades de Salud
Pública en los países de la UE y del Espacio Económico Europeo que estén
considerando vacunar a sus niños y adolescentes. El informe propone que las
decisiones se tomen teniendo en cuenta la captación de vacunas en los grupos de
mayor edad, la incidencia de COVID-19 en la población general, y en particular,
las cuestiones relativas a la disponibilidad y el acceso a las vacunas a nivel
mundial, considerando que el grupo infantil experimentará pocos beneficios
directos de la vacunación, más bien, el objetivo sería aumentar la inmunidad de
la población en general y reducir la transmisión. En algunos países, vacunar a
los niños podría ser una forma de superar los bajos niveles de inmunidad de la
población inducida por la vacuna debido a la vacilación de muchos adultos a
vacunarse, aunque se requiere el consentimiento de los padres para vacunar a un
niño y parece difícil que si no quieren la vacuna para ellos mismos que se lo
permitan a sus hijos. En el informe del ECDC se destaca que la decisión de
vacunar a los grupos de menor edad debe tener en cuenta la relación
riesgo/beneficio individual. En los estudios realizados para niños entre 12 y
15 años no se han observado efectos secundarios raros. Los niños más
beneficiados serán aquellos que padecen enfermedades como cáncer, trastornos
cardiacos, diabetes, hipertensión, enfermedad renal, que podrían complicar una
posible hospitalización en caso de infección.
Las poblaciones vulnerables, sin distinción
de edad, son las subsidiarias más importantes de la vacunación porque así se
podrán evitar las complicaciones propias derivadas de su hospitalización. Algunos
epidemiólogos europeos plantean la posibilidad de la hipótesis de una nueva ola
en otoño, derivada de las personas no vacunadas todavía en las fechas previas
del verano, siendo el mayor riesgo la población vulnerable y teniendo en cuenta
que el coronavirus de la COVID-19 va a seguir circulando durante esas fechas.
Si la vacunación completa protege a prácticamente el 100% de las formas graves
de la COVID-19, por lo tanto, se pueden prevenir las hospitalizaciones del
otoño en aquellas personas que representan mayor gravedad en caso de infección.
A pesar de que se considera que la inmunidad del 60% de la población total
podría ser suficiente, solo alcanzada por Canadá, Israel y Estados Unidos hasta
el momento, lo cierto es que la recirculación del virus persistirá en invierno
sin medidas restrictivas (toques de queda, cierres, teletrabajo). El margen de
maniobra para el invierno puede ser muy estrecho porque si se afecta un parte
de la población vulnerable se podría sufrir la saturación de los recursos
hospitalarios. Se empieza a hablar de la posibilidad de la vacunación
obligatoria de la población vulnerable para evitar la ola invernal, aunque en
España se está llevando a cabo la desescalada con indicadores de casos
acumulados que todavía parecen preocupantes. Las Comunidades Autónomas parecen
haber entrado en competición sobre la suspensión de las medidas restrictivas y
hasta el Tribunal Constitucional nos recuerda que algunas medidas del
confinamiento han sido ilegales, cuando un estado de alarma en una pandemia
implica la vulneración de derechos básicos con el objetivo social de controlar
la enfermedad.
Es bueno recordar la evidencia que una parte
de la población parece olvidar: uso adecuado de las mascarillas para la
transmisión por aerosoles/gotas y lavado de manos para transmisión por
contacto. Evitar la permanencia prolongada en lugares cerrados y mal
ventilados. La vacunación preventiva tiene un interés individual, al proteger
al receptor, y en general, al desarrollar la inmunidad colectiva. Contraer el
coronavirus puede perturbar gravemente la vida de las personas. Es imperativo
que la población en riesgo esté vacunada.
Enhorabuena para el fotoperiodista español Emilio Moneratti , ganador del premio Pulitzer, por sus fotografías de la lucha de las personas mayores contra la COVID-19 durante la pandemia e
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