domingo, 25 de julio de 2021

COBERTURA INFORMATIVA SOBRE PANDEMIAS (XLVIII): MODELOS DE CONVIVENCIA CON LA COVID-19 (37) 28/03/2021

 

COBERTURA INFORMATIVA SOBRE PANDEMIAS (XLVIII): MODELOS DE CONVIVENCIA CON LA COVID-19 (37) Publicado en Dominical de Diario de Ferrol 28/03/2021

Carlos Piñeiro Diaz, médico de familia. Magister en Salud Pública. Divulgador científico

 La sociedad ha aprendido a convivir con la COVID-19, tras haber pasado un período de confinamiento y haber adoptado diversas medidas como el uso de las mascarillas, el distanciamiento físico y el lavado de manos, pero no parece suficiente. Nuevos modelos de convivencia se han convertido en reto, incluso limitándose derechos básicos con el objetivo social de controlar la enfermedad. Disyuntivas entre las vacunas y las variantes y brechas insolidarias.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido que la guerra es contra el virus SARS-CoV-2 y no entre nosotros. Los acuerdos bilaterales, las prohibiciones de exportación, el denominado nacionalismo de las vacunaciones, junto a la diplomacia de las vacunas, están provocando distorsiones en el mercado, con grandes desigualdades en la oferta y la demanda. El acceso desigual a las vacunas hace pensar que no se va a conseguir el futuro saludable para todo el planeta como consecuencia del rápido desarrollo de vacunas efectivas y seguras.  La brecha de la cobertura vacunal se está incrementando entre países ricos y países de ingresos bajos, donde prima la insolidaridad. Según la ONU, la necesidad de mantener la vigilancia global del COVID-19 es mayor que nunca, ya que la implementación de campañas de vacunación y la aparición de variantes van a afectar su curso a medida que evolucionan los patrones de transmisión.



 Sigue la polémica de los efectos adversos raros derivados de la vacunación contra la COVID-19. Es importante saber que, ante la ocurrencia de un posible efecto adverso, es necesario buscar una posible causalidad (¿es realmente responsable la vacuna del efecto adverso?). Y en este caso se realiza un estudio de riesgo-beneficio y sólo después de la realización de estos estudios se puede tomar la decisión de suspender la vacunación o sobre su continuidad. Para obtener la confianza de la población es necesaria la transparencia en la comunicación, mostrar la efectividad de la farmacovigilancia para la detección de posibles efectos adversos y no sucumbir ante el llamado efecto cigüeña o al principio de precaución. El efecto cigüeña tiene relación con la leyenda alsaciana de que las cigüeñas traen bebés y las tasas de natalidad son mayores donde las cigüeñas hacen sus nidos. Es lo que se denomina una falacia, el razonamiento que partiendo de una observación real (nidos de cigüeñas en determinados pueblos) conduce a una falsa conclusión. El efecto cigüeña consiste en confundir conexión con causalidad. Porque dos eventos se sucedan no deberían hacer suponer que necesariamente existe relación causa-efecto entre los dos.

 En algunos países, como en Estados Unidos, se están utilizando incentivos para vacunarse, sobre todo de la segunda dosis.  Se ha observado que las áreas ricas y urbanas están superando a las áreas pobres y a las rurales, que pueden poner en peligro la inmunidad colectiva. Parece sorprendente que les resulte tan difícil a las personas completar la vacunación cuando está en riesgo su vida. Según un estudio de la Universidades de Kent y Leeds, en Inglaterra, se ha encontrado que las personas que confían en la respuesta de su gobierno a la pandemia de COVID-19 y sienten una solidaridad mutua, tienen más posibilidades de informar sobre la infección a las autoridades sanitarias y contactos potenciales en Italia, Corea del Sur y Estados Unidos. Al parecer, los sentimientos de vergüenza y estigmatización ante la idea de contraer la COVID-19 están relacionados con un menor cumplimiento del distanciamiento social y la probabilidad de reportar la infección a las autoridades sanitarias. La indiferencia aparente en sectores de la población ante las consecuencias dramáticas de la enfermedad por COVID-19 es preocupante en una sociedad como la nuestra, donde se lleva camino de los 100.000 fallecimientos desde el inicio de la pandemia. Los expertos en riesgos analizan que la muerte se está convirtiendo en una mera estadística por el “entumecimiento “psíquico, en línea con los estudios del psicólogo de la Universidad de Oregón Paul Slovic y su equipo, demostrando que el interés de las personas se desvanece cuando aumenta el número de muertes. La indiferencia casi generalizada hacia el resto del planeta (hambrunas de casi cuatro millones de personas, guerras cruentas en lugares distantes, la pobreza creciente, está provocando la introversión gradual de la opinión pública que amenaza la “supervivencia” moral de las poblaciones más privilegiadas.

 En Europa se ha iniciado un crecimiento de casos que hacen pensar en la cuarta ola. En Alemania se ha advertido de que podrían alcanzar los 100.000 casos diarios en medio de una nueva ola del virus, siendo calificada de mayor riesgo que las olas precedentes. En España se comenta sobre la posibilidad de estar al borde de una cuarta ola, por lo que se están adoptando medidas relacionadas con la semana santa. Como siempre persiste la polémica entre políticos sobre el binomio economía-salud, cuando no se han alcanzado en las Comunidades cifras por debajo de 25/100.000 habitantes de incidencia acumulada. El seguimiento mediático ejerce una presión social grande y se analizan con detalle cualquier cambio de incidencia en el devenir de la pandemia en cada municipio y en cada ciudad. No sólo ocurre en España sino también en muchos países y acontecen adversidades como el empaquetado defectuoso de la vacuna BioNTech donde adoptaron medidas de precaución suspendiendo temporalmente las vacunaciones. La recepción y distribución de las vacunas está provocando la ralentización en España, con demora de las vacunas de Johnson&Johnson y las reuniones del período de la Pascua provoca temores de una nueva ola.

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