COBERTURA INFORMATIVA SOBRE PANDEMIAS (L): MODELOS DE CONVIVENCIA CON LA COVID-19 (39) Publicado en Dominical de Diario de Ferrol 11/04/2021
Carlos Piñeiro Diaz, médico de familia. Magister en Salud Pública. Divulgador científico
La sociedad ha aprendido a convivir con la COVID-19, tras haber pasado un período de
confinamiento y haber adoptado diversas medidas como el uso de las mascarillas, el distanciamiento
físico y el lavado de manos, pero no parece suficiente. Nuevos modelos de convivencia se han
convertido en reto, incluso limitándose derechos básicos con el objetivo social de controlar la
enfermedad. Preocupación social por efectos secundarios de vacunas y desacuerdos políticos.
La vacuna AstraZeneca ha suscitado una desconfianza creciente en España y en Europa, con una
información mediática al minuto que expone las reacciones de los gobiernos europeos a las
cancelaciones preventivas de las vacunaciones. Un miembro de la EMA (Agencia Euopea de
Medicamentos) adelantó la relación existente entre la vacuna AstraZeneca y las trombosis
estudiadas como complicaciones raras, provocando reacciones inmediatas en algunos países e
incluso en la Comunidad de Castilla León se llegó a prohibir de forma cautelar y generando la duda
en muchas personas sobre la aparición de trombosis venosa de localización poco frecuente , como la
cerebral.
Las autoridades sanitarias insisten en evaluar la relación beneficio-riesgo como positivo para la
población y alientan a continuar la vacunación con AstraZeneca, pero modificando las indicaciones
de grupos de edad. En España pasará a ser utilizada en personas de 60 a 69 años, cuando antes no
estaba indicada por encima de los 50 años. Los responsables en salud y epidemiólogos se pronuncian
a favor de la vacunación, utilizando los medios de comunicación y sentenciando su hipotética verdad
científica. Pero las cosas se complican desde el momento que también surgen posibles
complicaciones trombogénicas con la vacuna Janssen, la esperanza de frenar la pandemia con una
sola dosis. Debemos confiar en la farmacovigilancia de las agencias de medicamentos de los países,
pues incrementarán el seguimiento de las complicaciones de la inoculación de una determinada
vacuna. Asimismo, la publicación inmediata de cualquier reacción extraña a las vacunas anti-COVID
resulta un testigo incomodo del día a día de la vacunación, porque el acceso a los informes
actualizados conduce a una auditoría permanente de la población.
Las dudas surgen por doquier y el planteamiento es: ¿nos están contando la verdad?, ¿por qué no
existe una única voz autorizada que nos dé más confianza?, ¿debemos creer en las decisiones de los
políticos?, ¿todas las vacunas anti-COVID presentan riesgos no conocidos?, si no ocurre nada grave
¿por qué algunos países punteros han dejado de realizar vacunaciones de una empresa farmacéutica
determinada? Las Agencias de Medicamentos especifican los datos resultantes de la
farmacovigilancia de cada país, pero no se puede concluir como análisis comparativo entre las
vacunas y de forma científica contrastada, porque recoge sólo lo que ocurre en un solo país según el
tipo de vacuna.
Se recurre a un ejemplo que conoce toda la población para mejorar la comprensión de los
medicamentos de carácter “preventivo”, como los riesgos derivados del uso de los anticonceptivos
orales por parte de mujeres en edad reproductiva, donde el riesgo de flebitis aumenta de forma
considerable en comparación con la población general de mujeres. En una mujer no usuaria de
anovulatorios, el riesgo es de 2 a 4 accidentes por cada 10.000 mujeres. Tomar una píldora de
segunda generación, aumenta el riesgo de 4 a 6 accidentes por cada 10.000 mujeres. La píldora de
tercera generación aumenta este riesgo de 6 a 8 accidentes por cada 10.000 mujeres. En el caso de
los anticonceptivos orales se acepta el riesgo, adquiriendo formación sobre las complicaciones que
pueden surgir con comportamientos de riesgo añadidos, como en el caso del tabaquismo sumado al
uso de los anovulatorios.
El comité de seguridad de la EMA (Agencia Europea del Medicamento) ha anunciado la aparición de
formas atípicas de trombosis como efecto secundario poco común de la vacuna Astra Zeneca contra
Covid-19 (Vaxzevria) y la comisaria europea de Salud, Stella Kyriakides, pidió a los 27 estados
miembros de la Unión Europea para “hablar con una sola voz” sobre esta vacuna. Pero desde el
momento de la alerta presentada por Alemania a finales del mes de marzo, no se ha conseguido
poner en marcha la coordinación sobre las decisiones adoptadas por las distintas autoridades
nacionales sobre nuevas recomendaciones para la indicación de la vacuna. Alemania, España e Italia
han decidido reservar esta vacuna para personas mayores de 60 años. Francia y Bélgica han fijado el
umbral en los 55 años. Noruega y Dinamarca mantienen la suspensión de la vacuna. Gran Bretaña
recomienda no utilizar la vacuna en personas de 18 a 29 años sin comorbilidades, basándose en las
posibles complicaciones y en el nivel de circulación del virus. Y la confusión aumenta con el
planteamiento de la segunda dosis de las personas jóvenes vacunadas con AstraZeneca. Se esperan
las consideraciones de los científicos para adoptar las medidas pertinentes. Por el momento sólo
llegan mensajes de tranquilización, señalando que se puede esperar a las 12 semanas, o incluso más,
mientras se busca la respuesta óptima, manejando todas las posibilidades. Los organismos
internacionales de salud lanzan mensajes positivos porque se ha demostrado que las vacunas, a
pesar de las complicaciones surgidas, están contribuyendo a salvar millones de vidas.
Debemos confiar en los estudios de farmacovigilancia para averiguar si las vacunas anti-COVID
causan riesgos en comparación con la población general y si este riesgo es más grave para una de las
vacunas utilizadas por el momento. Los rumores sobre las vacunas sólo generan reticencias,
confiemos en la ciencia y la farmacovigilancia.
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