COBERTURA INFORMATIVA SOBRE PANDEMIAS(XIV): MODELOS DE
CONVIVENCIA Y COVID-19 (3)
Carlos Piñeiro Diaz, médico de familia. Magister en Salud
Pública. Divulgador científico
La sociedad ha
aprendido a convivir con el COVID-19, tras haber pasado un período de
confinamiento y haber adoptado diversas medidas como el uso de las mascarillas,
el distanciamiento físico y el lavado de manos, pero no parece suficiente.
Nuevos modelos de convivencia se han convertido en reto, incluso habiéndose
limitado los derechos básicos con el objetivo colectivo social de controlar las
consecuencias del coronavirus. El rebote epidémico está presente.
Todo el mes de julio
ha sido motivo de la búsqueda informativa de rebrotes (se han superado más de
480 en España) y a la búsqueda de signos de predicción de una segunda oleada de
la crisis del coronavirus. Aunque una segunda oleada requiere, desde el punto
de vista epidemiológico, de la transmisión comunitaria generalizada. Aumenta el
número de contagios diarios y de casos importados en las comunidades donde
predominan las visitas vacacionales. La mascarilla se impone en todas las
Comunidades y quizás sea la hora de recordar que las mascarillas quirúrgicas,
las recomendadas para la población general, están destinadas a evitar la
proyección hacia el entorno de las gotas emitidas por la persona que usa la
máscara. También protege al usuario contra las proyecciones de gotas emitidas
por una persona opuesta. Pero, no protege contra la inhalación de partículas
muy pequeñas suspendidas en el aire. Si se confirma la persistencia de los
aerosoles en el aire, habrá que adoptar las medidas pertinentes, como el uso de
otro tipo de mascarillas como las FFP2 o mascarillas de nuevo diseño con más
garantías de preservación del contagio por coronavirus.
Los jóvenes empiezan
a ser señalados como propagadores de la transmisión del virus, observándose un
incremento de ingresos hospitalarios de adultos jóvenes. Se empieza a moralizar
en exceso y hasta se les culpa de ser responsables del deterioro de la economía
y del trabajo futuro, por su actitud insolidaria e irresponsable. El binomio salud y economía, vuelve a estar
presente, tensionando las costuras de la nueva normalidad. Paradójicamente, las residencias de mayores
conminan a sus clientes a reingresar, con riesgo de perder su plaza
residencial, pero parecen tener miedo junto a sus familias, ante los lúgubres
resultados del pasado.
Se inicia la polémica del regreso a la escuela en el otoño. Investigadores de la Universidad de Texas, en Austin, Estados Unidos, han realizado nuevas estimaciones que brindan una medida aproximada del riesgo que estudiantes y maestros podrían afrontar en cada condado de los Estados Unidos (publicado en The New York Times). Según las tasas de infección, más del 80% de los estadounidenses viven en un condado donde se espera que, al menos, una persona infectada se presente en una escuela de 500 estudiantes y miembros del personal, en la primera semana de clases, si la escuela comenzara hoy. El análisis trata a adultos y niños, con la misma probabilidad de estar infectados. En las áreas de mayor riesgo, se espera que al menos cinco estudiantes o miembros del personal se muestren infectados con el virus en una escuela de 500 personas. Los números reflejan la alta propagación del virus en esas áreas, donde se estima que 1 de cada 70 personas están infectadas. En la ciudad de Nueva York, se considera probable que, en muchas de las 1.800 escuelas de la ciudad, alg
MODELO DE CONVIVENCIA EN TERRAZAS Y BARES
El uso inadecuado de las terrazas de los bares puede ser una
posibilidad de transmisión del coronavirus. En Alemania, el simple gesto de
compartir un salero generó un brote de contagios.
Nunca debemos
olvidar que el uso de la mascarilla, la distancia de seguridad y el lavado de
manos ha de formar parte de nuestro ADN social. Nuevas normas de higiene
contrastarán con nuestros hábitos sociales, como la imposibilidad de compartir
platos entre todos los comensales, con tapas individuales, sin servilletas,
saleros, palilleros, aceiteras, vinagreras, que han de ser retirados para
reducir el riesgo de propagación del virus. Las cartas se sustituyen por
códigos que podremos utilizar para observar el menú en el móvil.
Para entrar en los
bares, las medidas son diferentes, dependiendo de los protocolos de hostelería
establecidos. Nos podemos encontrar con una alfombrilla desinfectante a la
entrada, para limpiar el calzado. Gel hidroalcohólico accesible en todo el
establecimiento para lavado de manos. Nos pueden pedir la introducción de
objetos personales en bolsas (como bolsos) para evitar la contaminación del
establecimiento. Colocación del abrigo y otras prendas de ropa alejadas de
otras personas. Medir la temperatura no es de utilidad, porque gran parte de
las personas que pueden transmitir el virus, no presentan síntomas previos de
la enfermedad. Se debate la utilidad de arcos desinfectantes para entrar en el
local.
Las mesas deben estar
colocadas preservando la distancia de seguridad establecida, sin montar, con
objeto de evitar la contaminación de manteles, servilletas y cubiertos. En
algunos establecimientos existen mamparas transparentes de separación entre
mesas, aunque no está clara su efectividad.
Los profesionales que
sirven en terrazas y bares deberán llevar colocadas las mascarillas, adoptando
las medidas de higiene adecuadas en todo momento.
El pago del servicio
es recomendable realizarlo a distancia, con tarjeta o aplicaciones para el
teléfono, procurando evitar la manipulación de monedas y billetes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario