lunes, 16 de noviembre de 2020

COBERTURA INFORMATIVA SOBRE PANDEMIAS(XXIX): MODELOS DE CONVIVENCIA CON EL COVID-19(18)

COBERTURA INFORMATIVA SOBRE PANDEMIAS(XXIX): MODELOS DE CONVIVENCIA CON EL COVID-19(18) DOMINICAL DIARIO DE FERROL NORDESÍA, 15/11/2020. Página 11/35


COBERTURA INFORMATIVA SOBRE PANDEMIAS (XXIX): MODELOS DE CONVIVENCIA CON EL COVID-19(18)

Carlos Piñeiro Diaz, médico de familia. Magister en Salud Pública. Divulgador científico

 La sociedad ha aprendido a convivir con el COVID-19, tras haber pasado un período de confinamiento y haber adoptado diversas medidas como el uso de las mascarillas, el distanciamiento físico y el lavado de manos, pero no parece suficiente. Nuevos modelos de convivencia se han convertido en reto, incluso habiéndose limitado derechos básicos con el objetivo social de controlar las consecuencias del coronavirus. La segunda ola alcanza su pico.

 El doce de abril del año 1955, millones de personas escuchaban por la radio en Estados Unidos la conferencia de prensa ofrecida en la Universidad de Michigan, donde se anunciaba que la vacuna contra la polio del Dr. Jonas Salk era “segura y efectiva”. Repicaron las campanas de todas las iglesias y la gente salía a la calle llorando y abrazándose. Las compañías farmacéuticas comenzaron a producir millones de dosis de la vacuna Salk. A mediados de los años 60 la vacuna preferida fue la vacuna Sabin contra la polio. Los doctores Salk y Sabin no patentaron sus vacunas por su generosidad con la población, aunque podrían haber sido multimillonarios. Preguntado el doctor Salk en una entrevista sobre quién era el dueño de la patente de la vacuna de la polio, contestó: “Bueno, yo diría que el pueblo”. En el año 1958, se utilizó la vacuna Salk en España y en el año 1963 se inició la vacuna Sabin con carácter experimental y como campaña secreta, en Lugo y León, sin explicarle a la población ni a los médicos que se trataba de una fase piloto ( revista Asclepio de historia de la medicina del CSIC).

 En contraste con el mundo mercantilizado actual, los responsables de las dos vacunas de RNA mensajero contra el COVID-19, fruto de la biotecnología del año 2008, también tienen dos protagonistas señeros como BioNtech (Alemania) y Moderna (Estados Unidos). Durante el mes de mayo del año actual, Moderna anuncia que su vacuna ha dado buenos resultados en fase I y que estará disponible en enero del 2021, pasando a vender su director financiero y director médico acciones millonarias, siguiendo la misma senda el director general de Pfizer tras anunciar la eficacia de su vacuna del 90% en fase III. Los gobiernos y los mercados bursátiles se han reavivado ante la posibilidad de la pronta vacunación contra el coronavirus. La Unión Europea ha formalizado 300 millones de esta vacuna.

 En la revista médica The Lancet, se advierte esta semana sobre el “populismo médico” de algunos responsables políticos y de las consecuencias que pueden tener las respuestas de líderes como Donald Trump en Estados Unidos, Jair Bolsonaro en Brasil o Rodrigo Duterte en Filipinas. En los tres países, las respuestas de los jefes de estado al brote del coronavirus COVID-19 se ha caracterizado por la simplificación de la pandemia minimizando sus impactos o promocionando soluciones o tratamientos fáciles, incluso utilizando las reacciones a su propia enfermedad, como en Brasil o Estados Unidos, para reivindicar que habían minimizado la pandemia. La comisión de “The Lancet COVID-19” advierte sobre dicho populismo médico y del riesgo que supone el mesianismo de las vacunas, que se hace eco de la cultura del optimismo en brotes anteriores, con consecuencias negativas sobre el asesoramiento de las autoridades científicas y de las instituciones de salud mundial de la crisis de salud pública más grave que haya enfrentado el mundo en el último siglo.

 La guerra mediática de las vacunas para la pandemia por COVID-19 está servida. Pfizer ha comunicado que su vacuna, en fase III, es eficaz en un 90%. Una noticia esperanzadora que requiere cautela hasta su aprobación definitiva, pues son resultados preliminares. Al tratarse de una vacuna con RNA mensajero, requiere un almacenamiento de ultracongelación. Preocupa la temperatura de conservación, transporte y almacenamiento de algunas vacunas contra el COVID-19. En concreto las vacunas que utilizan material genético del virus, como la anunciada por la empresa farmacéutica Pfizer. Ningún país actual dispone de un sistema de salud que permita manejar adecuadamente estas vacunas, que exigen -70ºC en su almacenamiento, aunque en las salas de vacunación puede mantenerse durante cinco días entre 2ºC y 8ºC. Es clave el mantenimiento de la cadena de frío en todo el proceso de transporte, conservación, manipulación y almacenamiento para asegurar el éxito de la vacunación. Será precisa una red de ultracongelación en todos los países que vayan a usarla, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Se están llevando a cabo grandes inversiones financieras en empresas de transporte señeras para la construcción de nuevas instalaciones en sus centros de distribución para guardar vacunas bajo ultracongelación. Estas instalaciones cuentan con sensores de temperatura y congeladores especiales, capaces de enfriar a -80ºC. Existen antecedentes de vacunas para el virus ébola que requieren un almacenamiento similar, entre -70ºC y -80ºC, usada en la actualidad en la República Democrática del Congo, habiendo vacunado a más de 300.000 personas durante la epidemia reciente sufrida en este país.



 La vacuna Sputnik 5, la vacuna rusa contra el COVID-19, presenta un 92% de efectividad en fase III, según sus fabricantes y como resultados preliminares, por lo cual también exige cautela. Un experimento realizado con 40.000 “voluntarios”.

 La pandemia parece encontrarse en el pico de su segunda oleada y el Ministerio de Sanidad notificó 21.371 nuevos casos de coronavirus y 308 muertes. La población no ha salido a la calle exultante de alegría por el anuncio de la efectividad de la vacunación de Pfizer. Dura realidad.

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