lunes, 6 de julio de 2020

COBERTURA INFORMATIVA SOBRE PANDEMIAS(XI): COVID-19 Y RESIDENCIAS DE MAYORES(4)

COBERTURA INFORMATIVA SOBRE PANDEMIAS(XI): COVID-19 Y RESIDENCIAS DE MAYORES(4) SUPLEMENTO DOMINICAL NORDESÍA, DIARIO DE FERROL, 05/07/2020, PÁGINA 11, 35


COBERTURA INFORMATIVA SOBRE PANDEMIAS (XI): COVID-19 Y RESIDENCIAS DE MAYORES (4)
Carlos Piñeiro Diaz, médico de familia. Magister en Salud Pública. Divulgador científico
 La Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea, de diciembre del 2000, especifica: Artículo 21.1. Se prohíbe toda discriminación, y en particular la ejercida por razón de sexo, raza, color, orígenes étnicos o sociales, características genéticas, lengua, religión o convicciones, opiniones políticas o de cualquier otro tipo, pertenencia a una minoría nacional, patrimonio, nacimiento, discapacidad, edad u orientación sexual.
 La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha recomendado que se deben promover hechos y no información falsa, porque compartir información no verificada durante la pandemia del COVID-19 puede ser peligroso y hacer que nuestra vida sea más confusa, en el marco de una “infodemia masiva”. La UNESCO y la OMS piden combatir la “desinfodemia”, trabajando por la verdad en tiempos del coronavirus COVID-19. Los impactos de la desinformación de COVID-19 son más mortales que la desinformación sobre otros temas, considerando la información como base del conocimiento. La desinformación en línea sobre el COVID-19 se instrumentaliza con fines políticos, racistas, xenofóbicos, sexistas, u otros, y puede polarizar a la gente y fomentar odios -en un momento en que se necesita, más que nunca, la unidad mundial. Se consideran nueve temas clave de la “desinfodemia”: los orígenes y la propagación del coronavirus y de la enfermedad COVID-19, estadísticas falsas y engañosas, impactos económicos, desacreditar a periodistas y a medios de comunicación creíbles, desinformación respecto a la ciencia médica ( síntomas, diagnóstico y tratamiento), impactos sobre la sociedad y el medioambiente, politización, contenido promovido por actores que buscan ganancias fraudulentas y desinformación enfocada en celebridades.
 En el documento técnico del Ministerio de Sanidad, publicado el 5 de marzo, de recomendaciones para residencias de mayores, no figura que los mayores contagiados por COVID-19 no podían acudir al hospital, ni exigía a las residencias que dejaran en sus cuartos a todos los mayores con sintomatología respiratoria aguda. El documento es un protocolo de actuación para residencias de mayores y centros sociosanitarios para el COVID-19, donde se especifican las actuaciones ante contactos y casos de COVID-19 y donde se pide a los centros sociosanitarios que detecten que un residente pueda haber sido contacto de un caso de COVID-19 le indiquen a esta persona «que permanezca en el centro o residencia» y que se lo comuniquen a los servicios de salud pública para que valoren dicha identificación según el procedimiento de actuación.

 Es diferente la interpretación, aplicada en alguna Comunidad Autónoma, como la de Madrid, cuando se ha recibido en centros sociosanitarios y residencias un protocolo de actuación con “criterios de exclusión de derivación hospitalaria” relativos a residentes, tal como han publicado los periodistas de InfoLibre y El País, basados en las evidencias de los documentos originales. Ha surgido la polémica y los grupos políticos luchan entre sí de forma agria, así como se incrementan las demandas judiciales por parte de los familiares afectados por el fallecimiento de su familiar, donde la desinformación y la ausencia de la consulta con los mismos ha primado, en pro de preservar el colapso del sistema sanitario y vulnerando el derecho a la información de las familias afectadas, así como derechos fundamentales de los residentes. Como consecuencia del coronavirus, en muchos países del mundo, se provoca la ruptura repentina de las relaciones familiares, la incapacidad de ayudar a sus seres queridos en sus últimos momentos, así como la prohibición de celebrar funerales, siendo considerados como factores que pueden producir un sentimiento de culpa, al no poder cumplimentar lo más básico de las relaciones humanas. La valoración desigual de la vida de los mayores ha provocado un auténtico colapso en el seno de las familias, donde desde el principio de la pandemia parecía ser un problema exclusivo de las personas mayores, viejas y frágiles.
 La insuficiencia de recursos de la atención médica ha puesto en peligro la vida de los mayores, aunque nunca pareció ser prioritaria, porque no existían condiciones óptimas para superar una pandemia como la del COVID-19. La respuesta social hacia los mayores ha fracasado y se ha hecho con lentitud, pareciendo aceptar la existencia de una ciudadanía de segunda clase.
 Un país avanzado como Canadá, ocupa el primer lugar, entre 16 países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), por su elevado número de fallecimientos relacionados con el coronavirus en residencias de mayores. El 81% de las víctimas por COVID-19 en Canadá, se registraron en hogares de cuidado a largo plazo. El promedio de la OCDE es del 42%. Australia, Austria y Eslovenia, que implementaron "medidas de prevención específicas" dirigidas a hogares de ancianos, incluidas las unidades de segregación y la detección amplia de la enfermedad, han registrado "menos infecciones y muertes por COVID-19". Por el contrario, Canadá, como Francia, España y Estados Unidos, Inglaterra, tomaron medidas más limitadas, según el estudio.
 Existen guías internacionales y nacionales que permiten valorar la situación de fragilidad de los mayores. El objetivo es identificar a los pacientes que tienen un mayor riesgo de malos resultados y que pueden no beneficiarse de las intervenciones de cuidados críticos. Los riesgos y beneficios y los resultados probables deben discutirse con los pacientes, cuidadores y las familias utilizando herramientas de apoyo a la toma de decisiones (cuando estén disponibles) para que puedan tomar decisiones informadas sobre su tratamiento siempre que sea posible.
  20.656 personas mayores usuarias de residencias de mayores públicas, concertadas y privadas de toda España han fallecido desde el inicio de la pandemia del COVID-19, según Europa Press.

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