lunes, 20 de julio de 2020

COBERTURA INFORMATIVA SOBRE PANDEMIAS(XII): MODELOS DE CONVIVENCIA CON EL COVID-19(1)

COBERTURA INFORMATIVA SOBRE PANDEMIAS(XII): MODELOS DE CONVIVENCIA CON EL COVID-19(1) Dominical Diario de Ferrol, Nordesía, página 11, 35, publicado el día 19/07/2020


 COBERTURA INFORMATIVA SOBRE PANDEMIAS (XII):    MODELOS DE CONVIVENCIA CON EL COVID-19 (1)
 Carlos Piñeiro Diaz, médico de familia. Magister en Salud Pública. Divulgador científico
 Nunca hubiéramos imaginado que la actual pandemia, de coronavirus COVID-19, sería retransmitida a diario en todos los formatos informativos posibles, con mapeos actualizados en todo el planeta por las universidades y plataformas informativas más prestigiosas, respirando en el día a día la vida y la muerte de las personas, confinadas en muchos países e incrementándose de forma desmesurada el consumo de información.

 Se supone que la sociedad ha aprendido a convivir con el COVID-19, tras haber pasado un período de confinamiento y haber adoptado diversas medidas como el uso de las mascarillas, el distanciamiento físico y el lavado de manos, junto a medidas de higiene de tipo social. Las normas de convivencia se han convertido en algo asimilable, incluso habiéndose limitado los derechos básicos con el objetivo colectivo social de controlar las consecuencias del coronavirus. Todas las personas han contribuido a aplanar la curva epidemiológica del COVID-19 y a evitar el colapso del sistema sanitario, adquiriendo nuevas experiencias ante un virus desconocido. Un mundo cambiante ha transformado el binomio social de salud y economía, intentando conjugar normas y beneficios económicos, a la búsqueda de una nueva normalidad. Finalizado el estado de alarma, se pone en evidencia la flaqueza normativa y la escasa formación de los políticos responsables para adoptar medidas y proponer nuevos modelos de convivencia con el COVID-19. Se empieza a hablar, por parte de los expertos en epidemiología, de la necesidad de disponer de un manual sobre cómo tener una vida en una pandemia que permita una convivencia de bajo riesgo. Los propios medios de comunicación, en la situación actual de rebrotes van a la búsqueda de las personas y colectivos que, supuestamente, vulneran las normas para la convivencia con el coronavirus. La vergüenza pandémica se está convirtiendo en deporte nacional ante los múltiples rebrotes y bajo la ira de una posible segunda oleada de coronavirus que puede poner en peligro a la sociedad. En las redes sociales y los medios de comunicación se ejemplarizan las actitudes colectivas vergonzantes que pueden suponer causa de rebrotes y camino de la temida oleada. A su vez, se esgrimen las consecuencias de la situación de descontrol con datos de afectados por día y muertes acumuladas de la pandemia. Más de 14 millones de casos de coronavirus confirmados y superando las 600.000 muertes, supone el balance actual del impacto del COVID-19. Según The Lancet, el mundo se enfrenta a una pandemia multipolar cada vez más grave. "5 meses después de que la OMS declarara el brote de coronavirus como una emergencia de salud global, el virus continúa batiendo un camino preocupante y complejo". Más de 160.000 casos son reportados cada día, en el planeta, desde el 25 de junio.
  Incluso conocemos con todo detalle los rebrotes surgidos en todos los países, puntos calientes que muestran la presencia constante del coronavirus, estrategias de identificación y búsqueda de casos activos, donde un corresponsal va sumando dato a dato y recordando las medidas de restricción locales o generales. Las vacaciones y los viajes pueden representar un riesgo y todo contribuye a mantener la inseguridad de la población y la actitud de desconfianza ante el visitante o la inestabilidad social futura. Pero, se ha aprendido de otras epidemias, que la vergüenza no elimina el riesgo, sino que puede llevar a la clandestinidad en los comportamientos humanos.
 Las campañas de salud pública que promueven comportamientos de bajo riesgo son más eficaces que las que defienden la eliminación total del riesgo.
 El uso de la mascarilla, como afirmación médica y científica, se ha convertido en motivo de división política y jurídica, va más allá del problema científico y de salud. Una pequeña restricción de nuestras libertades, una herramienta de protección combinada con otras medidas de protección como la distancia social y el lavado de manos puede ralentizar la circulación del virus y evitar medidas más drásticas ya vividas durante el confinamiento. La situación de rebote epidémico, con múltiples brotes localizados, pondrán a prueba la capacidad de la respuesta local y en las Comunidades Autónomas. Las reaperturas derivadas de la necesidad económica van relacionadas con el temor científico al regreso del coronavirus.
 El colectivo de personas con enfermedades cardiovasculares es el más afectado y necesita clarificar su modelo de convivencia con el coronavirus. El virus SARS-CoV-2 puede afectar al miocardio y provocar miocarditis. Un 20% de pacientes hospitalizados tenían daño cardíaco definido clínicamente y afectó fundamentalmente a personas mayores, con una mortalidad elevada. La combinación de historia cardiovascular y alteraciones analíticas de lesión cardiaca define la mayor mortalidad. Es conocida la relación entre las infecciones víricas y las enfermedades coronarias agudas, arritmias o la aparición o empeoramiento de episodios de insuficiencia cardiaca. El COVID-19 es una nueva causa de problemas cardiovasculares.
 Según publica la revista JAMA y la Sociedad Española de Cardiología, la evidencia disponible indica que la edad mayor de 60 años, el sexo masculino y la presencia de comorbilidades son los principales factores asociados a la gravedad del cuadro por COVID-19 y a la mortalidad. La presencia de daño cardiaco, definido por elevación de los niveles de troponina, miocarditis y distrés respiratorio, son otros factores independientes asociados de forma importante con la mortalidad.
 El uso de la mascarilla, el distanciamiento social, el lavado de manos frecuente y medidas de higiene en domicilio, en los enfermos cardiovasculares, evitando eventos festivos, espacios cerrados y comidas familiares, formarán parte del modelo de convivencia hasta la aparición de una vacuna eficaz.


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